La historia sigue viva.

Esta es la historia de una mujer en el final de los cuarenta que vuelve a encontrar el amor cuando lo había desterrado para siempre.

No es un amor otoñal como cabía esperar y haría de ésta una historia previsible. Es al amor adolescente que entra en la vida sin llamar.

Lleno de pasión y confianza ciega. Cargado de complicidad y suspiros lanzados al aire.

Lo que iba a ser el Blog más corto de la historia va camino de convertirse en el Blog más largo de la historia.

Esta historia es real y lo sé porque es mi historia.

sábado, 13 de abril de 2013

Carta a un soldado

                                                                                                           Abril, 2013

Nunca pude decirte lo que significaste para mi en una adolescencia plagada de inquietudes, miedos y preguntas sin contestar.
Abriste la ventana del amor y por ella entraron y salieron los sentimientos y las sensaciones a borbotones, sin darme tiempo a digerirlas ni la paz que da la madurez para poder disfrutarlas en toda su plenitud y aunque no era consciente de la grandeza del momento, instintivamente grabé y atesoré horas de amor en mi memoria.
Poco a poco fui aprendiendo a confiar en el amor y a expresarlo con besos y palabras. Conocí el dolor de la separación y la plenitud del reencuentro. Aprendí a bailar un lento acompasado al cuerpo de la persona amada, a escuchar la música con otros oídos y a sentir la fuerza de la sangre corriéndote por las venas. Descubrí el poder de tu olor y tu mirada, el empuje de tu sonrisa y la sensación de sentirme en el cielo cuando me abrazabas.
No sé si después me volví a enamorar, ya no sé nada. Mis convencimientos y mis seguridades se vuelven humo cuando estás tú.
Sólo sé que siento tanto a tu lado que me niego a sentir menos.
Sólo sé que cuando te miro a los ojos me importan poco los incovenientes.
Sólo sé que cuando te tengo, estoy feliz y plena.
Sólo sé que da igual la edad, los sentimientos no dependen de ella, dependen de la persona en la que los has depositado y tú, mi amor, eres mi caja fuerte.
Sólo sé que te quiero.

Carta de un soldado

                                                                                                             Marzo, 2013

"Muchas veces bendecí el día que te conocí, y aquél primer baile lento en aquella discoteca...
Me debí enamorar tan rápido que no recuerdo en qué momento empezamos a salir. Muchas veces, intento recordar todos los besos y caricias en aquellos meses que estuvimos juntos cuando éramos jóvenes, la forma de mirarnos y de querernos.
Bendigo los días que pasé durmiendo al raso, en aquellos campos de Salamanca, tiritando de frío al amanecer, las veces que caminaste conmigo sin tu saberlo en aquellas marchas diurnas, porque hicieron que cada día te echase más en falta y cargar mis ganas de abrazarte en cuanto te viera, y volcarte toda mi ternura en los besos que te daba en aquel momento.
Cuando más estabas a mi lado, era en los momentos de tranquilidad, o en aquella discoteca que te enseñé en Pravia, donde bailaste conmigo un tema de Mecano...Tantos años trascurridos, tantas cosas vividas, cada uno por su lado, y ahora, cosas del destino, renovamos votos, e inclusive, con más fuerza aún que antaño.
Muchos de mis actuales silencios son tuyos, en las cosas vividas y en las que en el futuro, espero vivir contigo. Este amor ha vivido demasiado tiempo dormido, fruto de una manzana envenenada, pero que al final ha despertado, nos ha mirado a los ojos y nos a vuelto a unir... Bendeciré todos los momentos malos que no pueda pasar contigo de aquí en adelante, si con ello, te ame más y me sienta completamente feliz, con mi corazón a doscientos por hora y mis ganas de abrazarte para no soltarte hasta que agote mis besos, cada vez que te vuelva a ver..."