La historia sigue viva.

Esta es la historia de una mujer en el final de los cuarenta que vuelve a encontrar el amor cuando lo había desterrado para siempre.

No es un amor otoñal como cabía esperar y haría de ésta una historia previsible. Es al amor adolescente que entra en la vida sin llamar.

Lleno de pasión y confianza ciega. Cargado de complicidad y suspiros lanzados al aire.

Lo que iba a ser el Blog más corto de la historia va camino de convertirse en el Blog más largo de la historia.

Esta historia es real y lo sé porque es mi historia.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Si yo veo por tus sueños, el miedo no vendrá.




Abro los ojos antes de que suene el despertador. Muevo la mano para apagarlo y lo que debería haber sido un segundo me lleva varios minutos. Hoy la fibromialgia ha decidido llamar con fuerza a la puerta.
Te miro. Estás profundamente dormido, boca arriba y con los brazos levantados. Sonrío y pienso en lo gratificante que es empezar el día junto a ti, a la persona, a “mi persona”.
Pongo la maquinaria del cuerpo a funcionar lo más rápido posible. No quiero que me veas así porque sé el dolor que te produce y leo la impotencia en tus ojos.
Mientras preparo el café, empiezo a sentir la sangre moverse y a recuperar la sensibilidad y el equilibrio mientras el dolor disminuye. Puede que no acabe siendo un mal día a pesar de todo.
Sentada frente a la pantalla del ordenador, doy el primer sorbo al café, junto con la primera pastilla. Pienso en la vida y en lo placentero que resulta dejar que el café se deslice por la garganta.
Es una buena vida. Llevo una buena vida. Tú eres el motor que me hace superar obstáculos, dolores y depresiones. Eres la persona de la que me siento orgullosa, con la que quiero compartir el resto de mi vida y que me hace sentir plena y feliz en cada abrazo, en cada beso... en cada mirada.
Tercer sorbo, segunda pastilla. Pienso en mis hijos.
En esa niña que se ha hecho mujer y quiere volar. Inteligente, juiciosa, consecuente con sus ideas, sé que está preparada para ello. Aún así, no puedo evitar una punzada en el corazón, mezcla de miedo y pena.
Me alivia pensar que si las cosas no van como ella desea, tendrá esa red que entre todos hemos ido creando, de forma lenta y meticulosa, que es la familia.
Se me escapa una sonrisa mientras visualizo a ese niño con barba que disfruta tanto con un balón como con una moto. Vive en una cuerda floja donde le cuesta mantener el equilibrio entre el niño que fue y el hombre que será. Noble y sensible, sé que le llevará más tiempo que a su hermana, mover las las alas y saltar. El día que lo haga... se terminará esa etapa en la que fueron “míos”... y vuelvo a sentir otra punzada en el corazón.
Casi estoy terminando el café y busco sin éxito alguna pastilla más.
No lo recordaba. Ya sólo son dos pastillas por la mañana. La vida es bella. La vida es buena. Traiga lo que traiga la vida, seguiré cerrando los ojos y repasando todo lo bueno que me ha dado y saborearé todo lo bueno que esté por venir.
¿Sabes por qué estoy tan segura de hacerlo? Porque estas tú. Porque están ellas. Porque están ellos. Porque ahí os tengo a todos.




domingo, 30 de junio de 2013

Tú y yo somos nosotros



Deseo que cuando busques una amiga, me encuentres a mí.
Ser “tu persona” en la misma medida que tú eres “mi persona. Que tengas claro que estaré ahí siempre que lo necesites y que apoyarse en un hombro amigo no es un síntoma de debilidad. Rascar tu espalda, quitar esa mancha de chocolate de tu boca, pasear a tu lado, cantar contigo o simplemente acompañar tu silencio con el mío.


Deseo que cuando busques una compañera, me encuentres a mí.
Mis oídos, mis ojos, mis manos tuyos son. Mis pensamientos divagan en primera persona del plural y tu dolor o alegría, nuestros son. Que en este recorrido seamos capaces de levantar y retirar las piedras y que al sentarnos al borde de cualquier acantilado, sean cuatro los ojos que contemplen el atardecer.


Deseo que cuando busques una amante, me encuentres a mí.
Regalarte caricias, sentir tu piel contra la mía y dejar volar nuestra imaginación. Recorrer tu cuerpo con los dedos, con los labios, con la mente... Besarte como nunca te han besado, abrazarte como nunca te han abrazado. Suspirar, reír y amar sin límites ni reglas mientras nos miramos a los ojos y hacemos de la comunión algo tan sagrado e íntimo que nada ni nadie más cabe.


Deseo que cuando busques una cómplice, me encuentres a mí.
Ser la confidente de tus secretos y el recipiente donde deposites sueños y sentimientos. Ofrecerte mi oído cuando piensas en voz alta o recoger tus lágrimas cuando deseas llorar. Abrir los brazos cuando corres a mi encuentro y calentar tu corazón entre las manos.


Deseo que cuando busques sentirte vivo, me beses en los labios y me tomes de la mano para disfrutar de las vistas (allá en la cima, allá en los valles, allá en el mar, allá en los ríos) mientras hacemos camino y me hago tuya, más aún si cabe, en cada paso de esta vida que no es tuya ni mía... es nuestra.




viernes, 10 de mayo de 2013

¿Sabes que te quiero?



Te quiero cuando me miras con ojos enamorados en un “tú para mí y yo para ti” mientras me acaricias la cara o peinas mis cabellos con tus manos. Cuando me cantas al oído y tu brazo rodea mi cintura al bailar acompasados. Cuando duermes y dejas que contemple tu rostro, me pegue a ti y sienta palpitar tu corazón.


También te quiero en tus silencios elocuentes y llenos de paz, donde el tiempo se detiene mientras tu yo más profundo se eleva y se pierde entre suspiros y sonrisas. En los momentos en que te metes en mi cabeza y conviertes en palabras los pensamientos que me rondan. En lo que hemos vivido, vivimos y viviremos.


Te quiero porque me quieres y al quererme haces que te quiera, que si te quisiera más no podría quererte como te quiero pues quererse más no se puede. Ya ves cuanto querer cabe en un corazón que quiere.


Incluso cuando me enfado te quiero. En esos instantes en los que intentas protegerme de todo mal con tu ostracismo a sabiendas de que no me gustará. En los alejamientos necesarios para aclarar ideas y buscar la calma. Incluso ahí, te quiero.


¡Cómo no quererte entre besos y abrazos o risas provocadas por cosas sin importancia! ¡En la distancia y la cercanía y cuando me regalas tu dedicación para hacer mi vida más fácil y feliz!

¡Cómo no quererte si te quiero a morir!


sábado, 13 de abril de 2013

Carta a un soldado

                                                                                                           Abril, 2013

Nunca pude decirte lo que significaste para mi en una adolescencia plagada de inquietudes, miedos y preguntas sin contestar.
Abriste la ventana del amor y por ella entraron y salieron los sentimientos y las sensaciones a borbotones, sin darme tiempo a digerirlas ni la paz que da la madurez para poder disfrutarlas en toda su plenitud y aunque no era consciente de la grandeza del momento, instintivamente grabé y atesoré horas de amor en mi memoria.
Poco a poco fui aprendiendo a confiar en el amor y a expresarlo con besos y palabras. Conocí el dolor de la separación y la plenitud del reencuentro. Aprendí a bailar un lento acompasado al cuerpo de la persona amada, a escuchar la música con otros oídos y a sentir la fuerza de la sangre corriéndote por las venas. Descubrí el poder de tu olor y tu mirada, el empuje de tu sonrisa y la sensación de sentirme en el cielo cuando me abrazabas.
No sé si después me volví a enamorar, ya no sé nada. Mis convencimientos y mis seguridades se vuelven humo cuando estás tú.
Sólo sé que siento tanto a tu lado que me niego a sentir menos.
Sólo sé que cuando te miro a los ojos me importan poco los incovenientes.
Sólo sé que cuando te tengo, estoy feliz y plena.
Sólo sé que da igual la edad, los sentimientos no dependen de ella, dependen de la persona en la que los has depositado y tú, mi amor, eres mi caja fuerte.
Sólo sé que te quiero.

Carta de un soldado

                                                                                                             Marzo, 2013

"Muchas veces bendecí el día que te conocí, y aquél primer baile lento en aquella discoteca...
Me debí enamorar tan rápido que no recuerdo en qué momento empezamos a salir. Muchas veces, intento recordar todos los besos y caricias en aquellos meses que estuvimos juntos cuando éramos jóvenes, la forma de mirarnos y de querernos.
Bendigo los días que pasé durmiendo al raso, en aquellos campos de Salamanca, tiritando de frío al amanecer, las veces que caminaste conmigo sin tu saberlo en aquellas marchas diurnas, porque hicieron que cada día te echase más en falta y cargar mis ganas de abrazarte en cuanto te viera, y volcarte toda mi ternura en los besos que te daba en aquel momento.
Cuando más estabas a mi lado, era en los momentos de tranquilidad, o en aquella discoteca que te enseñé en Pravia, donde bailaste conmigo un tema de Mecano...Tantos años trascurridos, tantas cosas vividas, cada uno por su lado, y ahora, cosas del destino, renovamos votos, e inclusive, con más fuerza aún que antaño.
Muchos de mis actuales silencios son tuyos, en las cosas vividas y en las que en el futuro, espero vivir contigo. Este amor ha vivido demasiado tiempo dormido, fruto de una manzana envenenada, pero que al final ha despertado, nos ha mirado a los ojos y nos a vuelto a unir... Bendeciré todos los momentos malos que no pueda pasar contigo de aquí en adelante, si con ello, te ame más y me sienta completamente feliz, con mi corazón a doscientos por hora y mis ganas de abrazarte para no soltarte hasta que agote mis besos, cada vez que te vuelva a ver..."

miércoles, 20 de marzo de 2013

Una espada en el armario



Abrió las puertas de su armario y se detuvo pensativa. Recorrer con la vista su contenido no le llevó mucho tiempo. Nunca le gustó tener mucha ropa. Le parecía un esnobismo innecesario y además siempre establecía un vínculo emocional con cada prenda y no disponía de un corazón tan grande como para albergar más amores y tener que pasar por el duelo de tirar piezas aunque ya estuvieran inservibles.

Necesitaba algo cómodo que le diera libertad de movimientos y lo suficientemente resistente como para no rasgarse en la primera caída. No buscaba colores chillones, cuanto más se mimetizara con el paisaje, mejor le iría en la batalla.

Sus manos iban hacía unos cómodos vaqueros cuando se lo pensó mejor. Si el monstruo venía disfrazado de hombre, nunca estaría de más jugar su baza más sexy. Tenía que echar mano de todos los recursos posibles, la batalla se aventuraba dura y larga. Cogió unos shorts que aunque vaqueros, se le ajustaban como un guante resaltando su trasero y dejando ver las piernas que todavía conservaban un buen torneado. Si el monstruo venía disfrazado de mujer, se ganaría algunas cicatrices que se confundirían entre las muchas que poseía. Era la elección perfecta.

El resto del atuendo vino solo, una camiseta blanca de tirantes muy ajustada, unos calcetines cortos y de un blanco inmaculado (pocos saben lo fantásticamente bien que vienen para hacer un torniquete) y sus deportivas igualmente blancas. Habría sangre que mancharía toda la ropa pero no le importaba. La sensación de acudir limpia a la batalla era su carta comodín de todas las batallas ya vividas. El monstruo acudiría con el corazón sucio y ella libre e impoluta por dentro y por fuera.

Hizo como pudo una trenza pegada al cabeza pues no quería darle ninguna idea al enemigo. Si la vencía que no fuera por un descuido tan de principiante como dejar un cabo colgando para que el monstruo se agarrara a él y diera al traste con todo el esfuerzo empleado.

Abre la vitrina y cierra los ojos, dando las gracias por lo que tiene, en un ritual tan viejo y gastado que no es capaz de saber en que momento exacto de su vida inició esté mantra. Con las dos manos retira con cuidado la espada con su funda y la pega a su cintura sintiendo, oliendo y sufriendo batallas tan antiguas como antiguo es el mundo. Esta hecha de plata arrancada gota a gota de su corazón con cuidado de dejar que se recupere antes de arrancarle otra gota. Al principio fue impaciente con su espada y se apoderaba de todas las gotas que podía hasta que su corazón dejó de producirlas un tiempo. Le había arrancado un trozo que nunca más volvería a crecer. Tuvo que aprender a vivir sin ese trozo de corazón pero también fue mucho más cuidadosa con los tiempos de crecimiento. Con yunque y martillo forjó, dejándose las manos en ello, la espada más ligera, resistente y afilada que nadie haya conocido. En el puño había grabada una S de superviviente rodeada de dos E, la inicial de su nombre. Una de cara, mostrando su ser conocido, la parte más amable y cercana. La otra de cruz, recordándole su otro yo, aquél que se enfrenta a batallas a vida o muerte ocultas a los demás. Es el único secreto en su vida y del hecho de que siga siendo así, depende su futuro.

Retira la cortina y respira el aire fresco del amanecer. El sol sale lentamente calentando de forma tímida su cuerpo y su corazón.

Allá, por donde sale el sol, espera su monstruo, La Distancia. Nunca la ha visto disfrazada dos veces igual. Esa es el arma de La Distancia. Espera que no la reconozcas y así atacar por la espalda a traición.

No sabe si volverá viva o perderá alguna parte de si misma si vuelve. Aún así, da un paso y avanza hacia su guerra sin mirar atrás y sin dejar sitio a los arrepentimientos.

Hoy toca luchar.



martes, 19 de marzo de 2013

El teclado no responde



Miro las letras de mi teclado sin apenas respirar. Todas están en su sitio. La a junto a la ese y al otro extremo, la eme que aprieta con fuerza mi anular. Sin necesidad de buscar, encuentro la o y la erre. Quiero sacarlo todo fuera y la parálisis se adueña de mis manos, mi cabeza es un laberinto de sensaciones y mi corazón arrugado se niega a darme un respiro en el que el dolor no lo sea todo.

No falta ninguna, ahí están todas y no puedo juntarlas para formar palabras encadenadas que den sentido a todo lo que por dentro me pasa. Busco en ellas la pomada mágica que todo lo cura, sintiéndome el charlatán de la feria: “¡Pasen y vean la fórmula milagrosa del doctor A! ¡Ningún corazón dolorido se resiste! ¡La tristeza se vuelve alegría y el vacío desaparece!”

Veo puntos, guiones y comas que se rebelan y deciden jugar al escondite para que la tregua que necesito no aparezca por ningún lado. Los interrogantes deciden actuar por su cuenta y dejan su huella por toda la página mientras las comillas se ríen de mi y los paréntesis me atacan por delante y por detrás.

Pulso el botón de pausa pero no se mueve ni un milímetro, bloqueado desde lo más profundo no creo que haya técnico capaz de arreglarlo. El de escape me mira guiñándome entre cómplice y burlón, mas cuando intento apretarlo se mueve de forma endiabladamente rápida y no le doy alcance.

Buscando ayuda me tiro a las efes una tras otra leyendo con avidez sus mensajes y esperando, siempre esperando, encontrar el consuelo.
Para recuperar la felicidad pulse Avance Página” y termino desollando los dedos de tanto pulsar.
Para volver al momento de alegría pulse Retrocede Página” y acabo llorando de impotencia ante la falta de respuesta.
¿Dónde está la solución para no sentir el vacío de la ausencia? ¿Los arañazos de la distancia? ¿Conseguir el control del destino? ¿Sentir su piel y su voz para que el frío que me domina desaparezca?

Toque las teclas que toque, las únicas letras que se imprimen son las que forman su nombre, ese que me gustaría decirle bajito al oído, delante de “te necesito para vivir”, detrás de “abrázame y no me sueltes jamás”.

Te amo y por eso me duele tu ausencia.

Nunca
amor,
nunca,
debes
olvidarlo.

sábado, 2 de marzo de 2013

Me entrego



Hoy me entrego a ti sin estar contigo.

Cierro los ojos y resulta muy fácil recordar cada beso y cada caricia dados en una noche robada a la vida. Un atraco consciente al tiempo dedicado a las obligaciones que nos rodean y que nunca parecen tener fin. Es un fuego nocturno que liberamos entre gotas de luna que calman nuestra sed, mientras en el aire suena esa canción que tantas veces me cantaste al oído.

Siento tus labios en los míos y mi lengua abriéndose paso desesperada para encontrar la tuya y formar una espiral perdida en el infinito. Te tomas un descanso para abrazarme en un intento de recuperar la serenidad perdida y volver a sentir nuestra piel desnuda y fundida en un manto que nos cubre y nos eleva por encima de todo y de todos.

Cuando me coges en tus brazos para depositarme en la cama con esa ternura que sólo tú sabes dar, me sentí la mujer más querida de este universo y los que haya por descubrir. El tiempo se hace eterno en ese instante de separación y adivino que nunca más volveré a ser feliz sin tu calor.

Me pides la espalda y te la cedo gustosa de recuperar el placer de sentir como tus manos recorren mi cuerpo ahora despacio, ahora deprisa, abriendo, cerrando, subiendo, bajando, fuerte, suave; ahora tierno, después pasional, girando, bailando, dulce, salado, apretando, soltando; siempre mirando y buscando grabar en tu corazón el sonido que corresponde a cada rasgueo.

Siento como los años vividos sin ti desaparecen con su dura carga y el cuerpo se vuelve liviano al reemplazar el dolor por el amor y la pasión. Cualquier temor se evapora entre tus manos y la vida vuelve a tener sentido. Por una noche vuelves a ser mi niño soldado de ojos verdes tan verdes como su boina verde y yo tu niña que espera impaciente a la salida del cuartel. Vuelven los besos eternos que nos regalábamos a escondidas entre abrazos tan apretados que se nos cortaba la respiración. Regresa la alegría a tus ojos y la sonrisa a mis labios.

Cuando cierro los ojos, me entrego a ti sin estar contigo.



domingo, 24 de febrero de 2013

Perdona amor



Perdona amor si no sé como explicarte todo lo que siento. Busco fórmulas y palabras que diseño en hojas de papel porque cuando te miro a los ojos mis labios se paralizan, mi garganta se queda seca y sólo puedo bucear en tu interior intentando averiguar cuanto me quieres. Tendría que encontrar la forma de poder decírtelo al oído para que tu confianza en mi sea instantánea y esta tardanza no te mate y te deje coronar la cima, sentarte y disfrutar de las vistas.

Perdona amor si me siento insegura al mostrarme desnuda ante ti. Busco la manera de borrar mis defectos y darte toda la belleza que hay en el mundo en un solo cuerpo para que no tengas que buscar más, para que no quieras encontrarte con otros brazos que no sean los míos. Dibujo en los espejos el talle, la cintura y las caderas perfectas para el amor, imaginando estar hecha de una materia que no puedas nunca rechazar.

Perdona amor si no logro estar a tu lado cuando más lo necesitas. Busco alas en mi espalda cada vez que me levanto por la mañana y cada vez que me acuesto en esta cama vacía de ti. Intento volar montada en cada una de las nubes que veo pasar por mi ventana y subirme a lomos de cada ráfaga de viento para llegar a ti y cuando no lo consigo, grito tu nombre al firmamento con la esperanza de que me oigas cantarte mi amor.

Perdona amor si he vuelto tu vida del revés. Busco tela y tijeras para cortarte un patrón en el que te puedas refugiar de toda tormenta, de toda tempestad. Y cuando entran las aguas por cualquier esquina, corro rápida a por hilo y aguja para reparar la brecha y que tu calma no se altere amor mío. Y en una de éstas, lograré ser la costurera más habilidosa de todo el reino.

Perdona amor por quererte tanto y dejar que me domine una posesión egoísta que no dejará que te vayas de mi lado.
Perdona amor por amarte con pasión cuando puedas necesitar ternura o amarte con ternura cuando puedas necesitar pasión.
Perdona amor por hacer de ti mi vida sin querer respirar otro aire que no huela a ti ni alimentarme de algo que no seas tú.
Perdona amor por no querer besar otros labios, ni sentir otra piel, ni mirar otros ojos, ni escuchar otra voz.

Perdona amor por haberme enamorado de ti.

Mal soneto de una gran pasión


domingo, 17 de febrero de 2013

Ven a dormir conmigo. No haremos el amor, él nos hará.



Rayuela. Capítulo 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca,

voy dibujándola como si saliera de mi mano,

como si por primera vez tu boca se entreabriera,

y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar,

hago nacer cada vez la boca que deseo,

la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara,

una boca elegida entre todas,

con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara,

y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu

boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.


Me miras, de cerca me miras,

cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope,

nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan,

se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran,

respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente,

mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes,

jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene

con un perfume viejo y un silencio.

Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo,

acariciar lentamente la profundidad de tu pelo

mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces,

de movimientos vivos, de fragancia oscura.

Y si nos mordemos el dolor es dulce,

y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento,

esa instantánea muerte es bella.

Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura,

y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.


Julio Cortázar



sábado, 16 de febrero de 2013

Las palabras brotan. Las penas desaparecen. Las dudas se evaporan



Alguien le quitó el polvo a aquel viejo reloj y volvió a relucir como si fuera de oro.
Hace treinta años te quedaste con unas partes muy especiales de mi, de las cosas que más valoro: ternura, cariño y amor.
Aunque escribiera la carta más larga del mundo, no creo que fuese capaz de decirte todo lo que pasa por mi cabeza y mi corazón.
Mañana te llevas otro pedazo igual, con la misma frescura en esos sentimientos que, aunque ya conozcan años pasados, para nada están gastados..no...nunca entre tu y yo.

Ten presente que contigo, siempre estaré yo.
Conmigo estás. Te quiero amor.
Constantemente quisiera estar entre tus brazos...
¡Desearía tanto estar entre esos brazos!
¿Cómo negarme que te quiero?
No sabía todo lo que te necesitaba hasta que te tuve otra vez.
Te quiero y no me lo puedo creer.
Si me quieres, nunca dejes de repetírmelo.

En este momento mi cuerpo te echa de menos y mi alma se muere por verte.
Lo único que quiero es pasar horas cubriéndote de besos y de caricias y que tu cuerpo se abrace al mio hasta la extenuación.
Te quiero amor. Cuando cierres los ojos piensa que estoy ahí besándote, abrazándote.

No puedo...No debo...no quiero olvidarte.
Me pregunto si no estarías ahí desde siempre y simplemente viniste a reclamar tu espacio.
¿Cómo puede uno escapar o negar los sentimientos?
Haces una pregunta a la que no sé responder.
¿Te dije que te quiero? Te quiero amor.
Eso va a ser que me quieres...


Sientes amor?
¡Claro! Siempre te he querido.
Mi deseo es que aquél amor que tuviste sea el amor que tenemos.
A veces, me pregunto si esto es un sueño...
No creí que volvería a sentir así nunca más.
No termino de creerme que esté hablando así contigo.

¡Tengo ganas de hacer tantas cosas contigo!
Ya me lo contarás al oído.
Sonríes igual, besas igual, abrazas igual, caminas por la vida igual y pensé que nunca volvería a recuperar eso.
Entre tu y yo, siempre habrá algo susceptible a "prenderse" como la llama y el aire.

Tengo ganas de abrazarte y besarte y cogerte la mano y acariciarte y desnudarte...
Lo primero será abrazarte y llenarte de besos hasta que me grites que pare.
Eso nunca pasará.

Me encanta poder reír contigo.
Siento como si estuviera en una nube.
Me gustaría poder congelar esta imagen tuya hasta que me diese tiempo a llegar a tu lado y besarte y abrazarte
La ilusión y el amor están ahí y son así de caprichosos.

Te quiero amor.
Y yo vida mía.
Creo que no nos va a hacer falta muchas palabras
Me parece que ninguna.

¿Come stai, cosa fai, come vive senza me?
Echándote de menos. Deseando que los días pasen rápido hasta verte.
Te quiero mi niña, y ya lo irás comprobando.
Lo único que me apetece es cerrar los ojos para volver a verte.
Tendremos ocasiones para amarnos cuanto queramos,estoy seguro.

Te quiero como quiere una persona enamorada, confiando en ti y en la vida.
Yo siempre te he querido aunque nunca más nos volviéramos a ver.

Sé que te quiero y lo sé de una forma tan fehaciente que me sorprende no haberlo sentido así cuando eramos adolescentes.
Amo ese recuerdo contigo y atesoro cuantos besos y abrazos puedo recordar contigo.

Mi sueño sería estar ahí para caer entre tus brazos.
Para quererte como te quiero, no alcanzan todos los días del año.
Y eso hace que mi amor aumente, eso y otras muchas cosas más.
Necesito mirarte a los ojos y ver hasta dónde te puedo llegar a amar.

¿Estás ahí?
Un poco si, pero parte de mi corazón está contigo.
Debe ocupar la parte de corazón que se quedó pegada al tuyo.

Te quiero amor.
Y yo a ti tesoro.


domingo, 10 de febrero de 2013

Y mi alma en tus labios



El beso es la acción y efecto de besar. Puede que esta vez, alguien haya podido definir lo que siento en los besos que nos hemos dado mi niño soldado y yo.
En esta ocasión sólo han podido dar una definición, desechando las coloquiales que normalmente diluyen el sentido de la palabra.

Tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia.

Todo está mal. Nada hay que se corresponda con la realidad. Quien haya dado esta definición jamás amó, nunca besó.

¿Tocar? Nuestros labios no se tocan, se fusionan intercambiando adn en un lento frenesí aunque suene a contradicción. Tal es el intercambio de moléculas que en un momento dado no sé donde empiezan mis labios y terminan los suyos. Creo que se hacen uno y entonces es imposible separarse sin una cirugía traumática.
¿Oprimir? ¿Se han vuelto locos? En esta historia no hay oprimido ni opresor, presionado o presionador. Nuestras bocas son como el hierro y el imán, nadie sabe cual es la parte que inicia el camino de atracción, la única verdad es que sólo una fuerza superior a ellos mismos es capaz de separarlos.
¿A impulso del amor o del deseo? ¡Qué barbaridad! Si tenía alguna duda sobre que el autor jamás amó o fue amado, ahora se certifica. Amor y deseo, deseo y amor van unidos entre mi niño soldado y yo. Cuando nuestros labios imantados se hacen uno, el amor y el deseo se unen sin querer separarse hasta que el deseo quede saciado y el amor lo inunde todo.

Dicen que el amor cambia con los años, que el deseo y la pasión dejan paso a otras cosas que ni sé lo que son ni lo quiero saber. Yo digo que no pueden estar más equivocados y que si un día, al mirar a su amado, no sienten el deseo irresistible de besarle, abrazarle y hacer el amor, es que algo se rompió si alguna vez lo hubo.

Sus besos son plenos y entregados.
Sus besos son calientes y llenos de mensajes.
Sus besos son tiernos y apasionados.
Sus besos me suben al cielo y no me dejan caer.
Sus besos, son sus besos los que quiero.

Y mi vida entre tus brazos



El abrazo es la acción de abrazar. Han sido tan intensos los abrazos de mi niño soldado que debo saber más, necesito saberlo todo.
Me sorprendo de los numerosos significados que encierra esta palabra, sin recordar que el idioma español se caracteriza precisamente por esto.

Ceñir con los brazos. Podría ser ésta. Los abrazos han sido tan fuertes que la intención era ceñirnos el uno al otro, no despegarnos jamás. Aún así, se queda terriblemente corta.
Estrechar entre los brazos en señal de cariño. Así hubiera sido si los abrazos no hubieran venido acompañados de besos apasionados y sentimientos imposibles de cuantificar. Tampoco me vale ésta.
Rodear, ceñir. Sigue quedándose corto e inexacto. ¡Cómo me gustaría haberlo rodeado, no con mis brazos, si no en un círculo de amor del que nunca pudiera salir! Después podría ceñirlo y pegarlo a mi alma para que conmigo viniera a todas partes.
Dicho de una planta trepadora: Dar vueltas al tronco de árbol al que se adhiere. ¿Quién es la planta y quién el tronco? No existe esto entre nosotros. Damos vueltas mutuamente en un vals imaginario de un pentagrama nunca escrito. A veces soy la planta, a veces el tronco y constantemente los papeles se invierten y revierten buscándose de forma apasionada, con amor.
Comprender, contener, incluir. He aquí la más certera de todas las definiciones. Estoy segura de que cuando la escribieron no sopesaron el peso de las palabras. Comprenderse el uno al otro, comprender sus sentimientos, sus deseos y sueños siendo capaces de contenerlos para que no se alejen e incluirlos en sus vidas. Tres palabras necesitaron para poder acercarse a su definición y ni con veinte más llegarán a completarla. Tal es la intensidad de los abrazos entre mi niño soldado y yo que nunca existirá palabra que lo pueda describir.

Tantos han sido los abrazos dados que nadie hubiera podido llevar la cuenta.
Tan cargados de emociones que no hay recipiente conocido que los pueda encerrar.
Tan fuertes que las contrariedades se debilitaban en forma proporcional a los abrazos dados.
Tan dulces que no podía separarme pidiendo más y más.
Tan llenos de deseo que no sé como fuimos capaces de controlarlos.
Tan nuestros que son únicos e irrepetibles y nadie más podrá darlos o recibirlos.
Tan acompañados de besos eternos que toda vez que me recreo en ellos, guardándolos celosamente del mundo, pienso en el significado de la palabra beso.

martes, 5 de febrero de 2013

Un beso son dos besos



Le besó. Ella le besó y no se puede creer su atrevimiento y el riesgo que corre de no volver a verle nunca más. Era la segunda vez en su vida que hacía algo así, besar en un impulso incontrolable. La primera vez había sido con él hace más de treinta años. Desconoce que demonios sucede entre ellos que cuando están juntos nada más importa, ni siquiera quedar en evidencia y mostrarle su debilidad.

Le besó. Él correspondió sin despegarse, sin querer alejarse. Con toda seguridad su cabeza está llena de preguntas sin respuestas pero no lo demostró. Sus labios tocaban los de ella, suavemente, sin presionar, como si no terminara de creer lo que está pasando. Piensa que donde hubo fuego quedan rescoldos y que sólo era cuestión de tiempo que algo así sucediese.

Le besó. Para sorpresa de ella, cuando quiere alejarse es él quien retoma la iniciativa y la besadora pasa a ser besada. Un minuto antes estaba dispuesta a desaparecer de su vida tras el beso, asumiendo que era el precio que debía pagar por vivir unos segundos de gloria. Ahora él une sus labios a los de ella, sin prisa, complaciéndose con el momento.

Le besó. Él estuvo toda la mañana a su lado sin acercarse, sin permitir el más mínimo roce entre ellos. Hablan y sus miradas están cargadas, henchidas de amor prohibido sin resolver y abrazos que nunca se darán. Ella toma conciencia de la distancia impuesta por él y asume su buen juicio compartiendo la responsabilidad de alejarse, aunque la tristeza que siente empieza a ser una carga muy pesada y difícil de manejar.

Se besaron con ganas acumuladas, con la dulzura y entrega de antaño, como dos adolescentes, como si nunca antes se hubieran besado y cuando ella se aleja corriendo para no llorar, él se queda pensando si lo sucedido es cierto y cuanto dolor provocará.

Se besaron con besos nuevos con sabor a viejos como los que se daban cuando él era un niño soldado con boina verde tan verde como sus ojos verdes y ella la niña que le esperaba impaciente a la salida del cuartel.

lunes, 4 de febrero de 2013

Dos noches y un día



Estaba sentada al borde de la cama intentando no pensar mientras me calzaba las deportivas. Muchas veces, entre lo que intentamos y lo que logramos hay una distancia que va más allá de este universo.

Han pasado dos noches y un día desde el reencuentro con mi niño soldado. Los pensamientos, los sentimientos y las sensaciones se agolpan en una sopa de letras imposible de descifrar. Sé que no debo sentir, pero ¿quién es capaz de dominar sus sentimientos? Ha sido algo que nunca se me ha dado muy bien. Lo único que puedo hacer es comportarme y caminar dentro de la senda de las normas establecidas. Esto sí que ya lo tengo dominado... o casi.

Cuando nos despedimos, hace dos noches y un día, tuve la sensación de que no era la única que sentía como le amputaban un miembro, pero esto no me da derecho a poner patas arriba la vida de mi niño soldado. El reencuentro ha sido tan hermoso, tan fluido y lleno de complicidad que no voy a estropearlo. No señor. No voy a hacerlo.

Ignoro a donde vamos. Lo único que sé de esta cita (¿por qué lo llamo cita si quedamos en que me iba a comportar?) es que me viene a buscar en coche y debo calzar deportivas. Estoy ansiosa, seguro que es por la sorpresa del destino sin que tenga nada que ver el deseo de olerle, sentirle cerca, besarle, abrazarle...

Me pongo de pie y me miro al espejo. Ya estoy lista. Peinada, vestida, calzada y con los sentimientos encerrados en una caja que alguien tiró al fondo del mar. No se puede estar más lista.

Espero en la calle su llegada y le veo venir puntual. Me sonríe y para, esperando a que me suba y tenga el cinturón colocado. Le digo hola, le miro a los ojos y quedo paralizada porque no sé si darle un beso en la mejilla o en los labios.

Me pregunto quien putas habrá encontrado la cajita en el fondo del mar. No tiene gracia que la haya abierto. Ninguna gracia.


Dos noches y un día para encontrarme como al principio... muerta de amor.






domingo, 3 de febrero de 2013

Por una canción, que no daría porque me cantaras al oído una canción



Ella esperaba en la barra mientras bebía una copa de champagne y pensaba en su niño soldado.
Hacía más de veinticinco años que no se veían y hoy iban a reencontrarse. Era imposible no recordar la canción de Aute: ♪Cuéntame como te encuentras, aunque sé que me responderás muy bien ♪.

Por esas casualidades del destino habían recuperado el contacto de una forma tímida pero constante. Se enviaron un email, aportaron algún dato de sus vidas y se siguieron en una red social.
Ella devoró con avidez todas las fotos en las que él aparecía y se sorprendió al topar con una foto de su niño soldado con boina verde, tan verde como sus ojos verdes, cuando lo conoció. Algo se movió en su interior y lo achacó a los efectos de la nostalgia. ♪Fue en ese cine, ¿te acuerdas?, en una mañana al este de Edén,

En las imágenes de su madurez hubo algo que todavía la sorprendió más. Los ojos verdes de su niño soldado se estaban haciendo marrones otra vez. No era un cambio radical y es probable que ni él mismo lo hubiera notado. Se trataba de pequeños puntos marrones sobre un fondo verde. Esto hizo que sonase una voz de alarma por como se encontraría su niño soldado, pero no le hizo caso pensando que quizás por esta vez, aunque sólo fuera por una vez, su alarma se equivocara. ♪Ten, esta foto es muy fea, el más pequeño acababa de nacer.

Empezaron un juego inconsciente a través de la música. A las primeras canciones hermosas pero sin mensaje que subían a la red, se sucedieron aquellas que escuchaban en su juventud y terminaron con las que se cantaban al oído. Con trabajo, se convenció de que eran casualidades y no debía darle más importancia. ♪James Dean tiraba piedras a una casa blanca, entonces te besé

Ahora ella estaba ahí, de pie, esperando a que su niño soldado llegara mientras en su cabeza sólo sonaba música, cuando oyó su voz. Se giró y sintió como su corazón se volvía del revés hasta marearse. Al besarse en la mejilla su piel volvió a ser el mejor de los manjares y su olor el mejor de los vinos. Aún mareada y sin saber como manejar toda esa explosión de sentimientos, en su cabeza sólo sonaba Aute:

Fue en ese cine, ¿te acuerdas?,
En una mañana al este de Edén,
James Dean tiraba piedras
A una casa blanca, entonces te besé.
Aquélla fue la primera vez,
Tus labios parecían de papel,

sábado, 2 de febrero de 2013

Mi niño soldado.





Mi niño soldado tenía los ojos marrones.
Eran unos ojos llenos de vida y dulzura pero él sentía que no eran suyos.

Mi niño soldado cedía su asiento en el autobús a quien lo necesitara. Así se lo habían enseñado y así debía ser. Creía en Dios, en el cielo y en la bondad de las personas.

Mi niño soldado quería ser el más bueno de los niños soldado. Jugaba a ser astronauta para pisar la luna y tenerla entera para él. Jugaba a indios y vaqueros soñando con ser el héroe de la película del sábado por la tarde. Jugaba a la guerra y en su campo de batalla nunca había bajas. Nunca.

Mi niño soldado cantaba porque era feliz y era feliz porque cantaba. No soportaba las injusticias y muchas veces sus ojos marrones se habían llenado de impotencia e indignación.
Y lloraba. Mi niño soldado reía cuando había que reír y lloraba cuando había que llorar. Los soldados también sienten y eso le hacía más soldado.

Mi niño soldado sabía que el universo no funcionaría sin él y por eso se consideraba importante. Era parte de la maquinaria de la vida y su bandera de la verdad le hacía invencible.

Mi niño soldado podía leer la parte oculta de las palabras de los mayores. Eso le convertía en General. Era un don que no tenían otros niños soldado y que les hacía vulnerables.

Mi niño soldado crecía y con él el número de lloros e impotencias. Empezó a cuestionarse la autoridad y el buen hacer de aquellos que debían enseñarle a caminar en la senda correcta. Y entonces, mi niño soldado, se hizo autodidacta.

Por estas y otras cosas, mi niño soldado consideraba que no era como los demás y que sus ojos no tendrían que ser marrones, tan corrientes. Por algo dicen que los ojos son el espejo del alma y su alma sería muchas cosas, pero para nada era vulgar.

Mi niño soldado decidió que tendría los ojos verdes. Como una letanía repetía todos los días la misma oración: Quiero tener los ojos verdes, quiero tener los ojos verdes...

Cuando conocí a mi niño soldado era como una flecha que volaba libre buscando clavarse en el corazón de su amada. Su voz de hombre y su cuerpo de hombre nada tenían que ver con su mirada, dulce y entregada. Todo era auténtico en sus palabras y en su amor. Sus besos dulces y abrazos eternos se parecían al amanecer y cuando cantaba a tu oído el tiempo se paraba y los sufrimientos desaparecían.

Cuando conocí a mi niño soldado ya tenía su boina verde.
Tan verde como sus ojos verdes.