La historia sigue viva.

Esta es la historia de una mujer en el final de los cuarenta que vuelve a encontrar el amor cuando lo había desterrado para siempre.

No es un amor otoñal como cabía esperar y haría de ésta una historia previsible. Es al amor adolescente que entra en la vida sin llamar.

Lleno de pasión y confianza ciega. Cargado de complicidad y suspiros lanzados al aire.

Lo que iba a ser el Blog más corto de la historia va camino de convertirse en el Blog más largo de la historia.

Esta historia es real y lo sé porque es mi historia.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Si yo veo por tus sueños, el miedo no vendrá.




Abro los ojos antes de que suene el despertador. Muevo la mano para apagarlo y lo que debería haber sido un segundo me lleva varios minutos. Hoy la fibromialgia ha decidido llamar con fuerza a la puerta.
Te miro. Estás profundamente dormido, boca arriba y con los brazos levantados. Sonrío y pienso en lo gratificante que es empezar el día junto a ti, a la persona, a “mi persona”.
Pongo la maquinaria del cuerpo a funcionar lo más rápido posible. No quiero que me veas así porque sé el dolor que te produce y leo la impotencia en tus ojos.
Mientras preparo el café, empiezo a sentir la sangre moverse y a recuperar la sensibilidad y el equilibrio mientras el dolor disminuye. Puede que no acabe siendo un mal día a pesar de todo.
Sentada frente a la pantalla del ordenador, doy el primer sorbo al café, junto con la primera pastilla. Pienso en la vida y en lo placentero que resulta dejar que el café se deslice por la garganta.
Es una buena vida. Llevo una buena vida. Tú eres el motor que me hace superar obstáculos, dolores y depresiones. Eres la persona de la que me siento orgullosa, con la que quiero compartir el resto de mi vida y que me hace sentir plena y feliz en cada abrazo, en cada beso... en cada mirada.
Tercer sorbo, segunda pastilla. Pienso en mis hijos.
En esa niña que se ha hecho mujer y quiere volar. Inteligente, juiciosa, consecuente con sus ideas, sé que está preparada para ello. Aún así, no puedo evitar una punzada en el corazón, mezcla de miedo y pena.
Me alivia pensar que si las cosas no van como ella desea, tendrá esa red que entre todos hemos ido creando, de forma lenta y meticulosa, que es la familia.
Se me escapa una sonrisa mientras visualizo a ese niño con barba que disfruta tanto con un balón como con una moto. Vive en una cuerda floja donde le cuesta mantener el equilibrio entre el niño que fue y el hombre que será. Noble y sensible, sé que le llevará más tiempo que a su hermana, mover las las alas y saltar. El día que lo haga... se terminará esa etapa en la que fueron “míos”... y vuelvo a sentir otra punzada en el corazón.
Casi estoy terminando el café y busco sin éxito alguna pastilla más.
No lo recordaba. Ya sólo son dos pastillas por la mañana. La vida es bella. La vida es buena. Traiga lo que traiga la vida, seguiré cerrando los ojos y repasando todo lo bueno que me ha dado y saborearé todo lo bueno que esté por venir.
¿Sabes por qué estoy tan segura de hacerlo? Porque estas tú. Porque están ellas. Porque están ellos. Porque ahí os tengo a todos.




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